lunes, 22 de diciembre de 2008

Me tocó la lotería


Pero la de Navidad no...

Me tocó la lotería de poder tener vacaciones un día como hoy y tener compañeros de viaje.

10 de la mañana. Juanvi, Joan y yo nos dirigimos hacía la localidad de Gátova. La carretera está llena de curvas y más curvas (hay quien dice que tiene tantas como días tiene un año: 365), no he llegado a contarlas, pero los que la conocen saben que hay unas cuantas.

Nos adentramos en el Parque Natural de la Sierra Calderona, con la intención de cruzarlo de un lado a otro. Desde la provincia de Castellón a la de Valencia y vuelta al origen. Nada más pasar nuestra vecina población de Altura, entramos en paisajes de rodeno, roja tierra que sirve de caldo de cultivo de innumerables pinares.

En ciertas curvas, que conocen de la existencia del Sol por las cosquillas que hace a las montañas de enfrente, la carretera forma un espectáculo único: una tarta de cereza con nata (rodeno con hielo) en el que los tropezones somos los motoristas. Son esas curvas las que más imponen y por las que circulamos más despacito.


Llegamos a Gátova y, después de encontrar cerrados dos locales para proceder al sagrado rito del yantar, conseguimos encontrar un bar al lado del Ayuntamiento (será que los funcionarios también tienen que descansar y siempre hay un bar al lado del Ayuntamiento o de la Iglesia en esta España nuestra). Allí, rodeados de cánticos monetarios (se celebraba el sorteo de la Lotería de Navidad) procedimos a dar buena cuenta de nuestros almuerzos.


De Gátova nos fuimos a Olocau y de allí, pasando por la Base militar de Bétera, alcanzamos la carretera de Porta- Coeli. Aquí, entre pinares podemos encontrar un remanso de Paz. Por eso se construyó aquí la Cartuja y el Hospital que podemos ver muy cerca. Esta paz debía tener una ardilla hasta que la hemos asustado y no sabía donde meterse. Lo último que vi fue que huía despavorida subiéndose a un pino. Por lo menos no la hemos atropellado. Me pregunto que habrá pasado por la mente de este simpático animal al vernos tan de cerca.

Hemos llegado a Serra y después de recordar las pantagruélicas visitas realizadas a esta población (la culpa es de Victor de Casa Granero y su fenomenal sabiduría tras los fogones), hemos continuado viaje pasando por el Oronet, que nos ofreció una maravillosa vista de Torres- Torres y Estivella.

Una vez en la vía de servicio, antigua N234, que transcurre paralela a la A-23 (creo que todos los motoristas solemos evitar las Autovías, nos gusta mucho más admirar el paisaje que se ve en las carreteras casi abandonadas por el tiempo y el progreso) fuimos a visitar a nuestro amigo Luis en Sot de Ferrer.

Luis es un motero desarmado. Siempre está dispuesto a comprar una moto para venir con nosotros, pero las circunstancias que rodean su vida se lo impiden una y otra vez. Es posible que uno de estos días Luis sea uno más de nosotros, pero por ahora se limita a soñar despierto (como la inmensa mayoría de nosotros ha hecho en alguna ocasión).

Una vez terminada la tertulia con Luis, nos desplazamos de regreso a casa, no sin antes hacer un par de curvas en la carretera que une Sot de Ferrer con Soneja. Al llegar a casa el cuentakilómetros marcaba 88 km, esta era la cifra de mi lotería especial. 

Espero que otro día me vuelva a tocar...

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